El peligro de las dietas milagro

El peligro de las dietas milagro

El peligro de las dietas milagro

El culto al cuerpo, la ingente cantidad de publicidad con modelos despampanantes y la continua preocupación por la estética, hace que muchas jóvenes quieran lucir delgadas a costa de lo que sea. Si a esto se añade que en los últimos años han proliferado las conocidas como "dietas milagro", la perspectiva de éxito y de cuerpo y mentes saludables no es demasiado alentadora.Este tipo de dietas aseguran que nos van a hacer perder peso en pocos días con casi ningún o ningún esfuerzo, acompañadas con toda suerte de recomendaciones basadas en mitos y creencias irracionales y en flagrante contradicción con los conocimientos sólidamente documentados que actualmente poseemos. Si quieres perder peso, consulta con tu médico y fijad entre los dos el mejor camino para conseguir una dieta equilibrada combinada con una cantidad de ejercicio correcta para librarte de los kilos que realmente te sobren, aconsejan desde la Consejería de Sanidad y Consumo de la Comunidad de Madrid.Y es que, hoy en día hay dietas adelgazantes ficticias para todos los estilos y gustos; se han encontrado más de 60 dietas específicas distintas, además de todas aquellas combinaciones de alimentos o menús a los que se atribuye la cualidad de adelgazar.Tipos de "dietas milagro"

En primer lugar, encontramos dentro de las dietas adelgazantes las que podemos llamar hipocalóricas desequilibradas que se caracterizan por un bajo contenido de energía obtenido de un consumo de alimentos poco variado, y del que se pueden derivar carencias de determinados nutrientes. Hay una serie de dietas con nombre propio, como la llamada "Dieta de la Clínica Mayo". En primer lugar, hay que señalar que esta dieta no tiene nada que ver con la prestigiosa clínica, pero utiliza su nombre con el fin de obtener prestigio y seriedad. Es muy baja en calorías: aporta 600-800 y se caracteriza por un elevado consumo de huevos (de 4 a 6 al día) y la exclusión absoluta de productos lácteos.También existen las dietas disociativas, que se basan en la teoría de que los alimentos no engordan por sí mismos sino al consumirse según determinadas combinaciones, por lo que se puede comer de todo pero no durante la misma comida. Destacamos la "Dieta de Montignac", cuya idea fundamental es evitar las mezclas de lípidos e hidratos de carbono eliminando todos aquellos alimentos que en su composición tengan estos dos macronutrientes (por ejemplo, la leche, excepto la descremada). Limita las fuentes de aporte glucídico estrictamente a los alimentos ricos en fibra. Prohíbe el azúcar, el pan (excepto el integral, en el desayuno), patatas, pastas y arroz.Otro tipo de dietas son las dietas excluyentes. Se basan esencialmente en eliminar de la dieta algún nutriente; los nutrientes se definen como aquellas sustancias que el organismo necesita y no puede sintetizar, por lo que deben ser aportadas por la dieta y cuya carencia ocasiona una patología. Está claro que este tipo de dietas en las que se excluye un nutriente pueden conducir a problemas de salud irreversibles y no tiene justificación desde el punto de vista nutricional; como ejemplo destacamos las dietas cetogénicas (ricas en grasas, sin hidratos de carbono), como la "Dieta de Atkins", que consiste en reducir al máximo el consumo de hidratos de carbono pero sin marcar ninguna limitación sobre lípidos y proteínas.Si se sigue una dieta que cause una reducción energética drásticas pueden surgir trastornos metabólicos (como cetosis , crisis de gota o acidosis láctica), alteraciones gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarreas?), alteraciones cardiocirculatorias (arritmias, hipotensión ortostática, etc.), alteraciones dermatológicas (como sequedad del pelo, fragilidad de uñas o pérdida de cabello) o trastornos neuropsíquicos (intolerancia al frío, insomnio, ansiedad, irritabilidad, depresión y distorsión de la imagen corporal).

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