Los estragos del frío

Los estragos del frío

La piel es la capa más superficial de nuestro cuerpo y, por ello, la que ejerce un papel protector y de relación con el exterior. Entre otras funciones, la piel regula nuestra temperatura corporal (fundamentalmente mediante la sudoración) y protege al cuerpo de la desecación. El cuerpo es un medio húmedo y la piel evita que nos deshidratemos. Para cumplir esta función, la piel tiene que estar en unas condiciones óptimas. Existe una gran variedad de situaciones, unas fisiológicas y otras patológicas, que hacen que la piel pierda una parte de su función protectora.Con el frío y la sequedad, la piel tiene una mayor facilidad de secarse y por ello está expuesta a desarrollar con más frecuencia patologías en las que la pérdida de la función barrera tenga algún papel.Por ejemplo, es frecuente encontrar en esta época del año lo que se conoce como el eccema seco o eccema craquelé. Este eccema no es otra cosa que un extremo de este fenómeno de sequedad que suele aparecer en pieles con tendencia seca. Entre estas pieles con tendencia seca merecen mencionarse dos situaciones: el envejecimiento cutáneo y la dermatitis atópica. Tanto por el mero hecho de envejecer como por el envejecimiento secundario a la exposición solar excesiva, la piel pierde progresivamente hidratación y por ello es más susceptible al daño del frío, sobre todo del frío seco. Así, es muy recomendable prevenir la aparición eccemas mediante la aplicación adecuada de cremas hidratantes y la moderación y la selección del uso de jabones. Siempre es mejor prevenir la aparición del eccema que tratarlo, puesto que la mera presencia del eccema conlleva la apertura de una puerta de entrada para infecciones.La misma situación ocurre con los pacientes con dermatitis atópica. Estos pacientes, generalmente niños, tienen una función barrera alterada que puede verse agravada por la presencia de este frío y, además, por el uso de la calefacción que suele secar aún más el ambiente en los hogares si no se usan humidificadores. Es bien conocido que la mayoría de estos pacientes suele tener brotes por esta época del año lo que se puede evitar o mitigar con un cuidado adecuado de la piel mediante la aplicación de cremas hidratantes y la mejoría de las condiciones ambientales en la casa.Para las personas que trabajan a la intemperie y, sobre todo, aquellas que además precisan realizar un uso excesivo de detergentes y jabones, es muy frecuente encontrar eccemas secos en las manos que condicionan el engrosamiento de la piel y la aparición de fisuras o grietas, generalmente muy dolorosas. Además de las medidas obvias de tratar de prevenirlo mediante el uso de guantes y cremas hidratantes, una vez establecidas las grietas merece la pena recordar el "remedio de la abuela" que consiste en la aplicación de esparadrapo de tela envolviendo las zonas agrietadas. Esta medida favorece un estado de humedad que mejora la cicatrización y la curación de la grieta. El uso de corticoides, preferentemente en excipiente muy graso tipo pomada o ungüento, es también una medida habitual para el tratamiento de estos eccemas.Otro de los problemas que pueden aparecer en la piel como consecuencia del frío son los sabañones o la perniosis. Esta consiste en una inflamación nodular azulada-roja, edematosa y dolorosa, especialmente con el recalentamiento, que se produce como reacción anormal al frío. Se presenta en particular en las caras dorsales de los dedos de los pies, la parte inferior de las piernas, los muslos, la nariz y las orejas. Se afectan predominantemente los adolescentes y es más frecuente en las mujeres. Lo más importante es la prevención con el uso de ropa y calzado adecuado y el ejercicio físico, ya que una vez que se da el primer cuadro, es difícil acelerar su curación. Para el tratamiento pueden administrarse vasodilatadores como la nifedipina y cremas a base de corticoide tópicos.

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