Temidas alergias

Temidas alergias

No hace falta consultar las estadísticas. Basta con mirar alrededor para ver cómo están aumentando los casos de alergia y cómo aparecen nuevas, algunas de ellas a sustancias que nadie hubiera podido creer culpables. Hoy, un tercio de la población europea padece algún tipo de alergia y, según los expertos, el número de casos va a seguir creciendo. ¿A qué obedece ese incremento? Los investigadores apuntan a varios factores.El efecto invernadero: Se acumulan las pruebas de la relación entre el cambio climático y el aumento de casos de alergia y asma. Nuevos estudios indican que los altos niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera no sólo favorecen el calentamiento del planeta, sino que aceleran el crecimiento de plantas cuyos pólenes desencadenan alergias estacionales. Expertos de Harvard (EE.UU.) han comprobado que las plantas que crecen en ambientes con altos niveles de CO2 florecen antes, y producen hasta cinco veces más polen que las que crecen en zonas no contaminadas.La herencia familiar: Los hijos de personas alérgicas tienen más probabilidades de desarrollar algún tipo de sensibilidad (aunque sea a otra sustancia), lo cual apunta a un componente genético. Aunque el mecanismo concreto no se conoce con exactitud, se cree que pequeñas mutaciones hacen que el sistema inmunitario (las defensas) de las personas que las heredan se vea estimulado más fácilmente. Esa "hipersensibilidad" a estímulos de todo tipo favorece la tendencia a desarrollar alergias y asma.La dieta "moderna": Antes de la llegada del transporte en frigoríficos, la gente tomaba los alimentos propios de cada estación. Ahora, la mayoría de las frutas y las verduras están a la venta todo el año, con lo que nuestro organismo se enfrenta a muchas sustancias casi sin descanso. Según muchos alergólogos, esa disponibilidad y exposición constante puede explicar, por ejemplo, el aumento de casos de alergia a la soja, un ingrediente presente en muchos productos (desde la leche a los yogures, pasando por galletas y panes). Otro ejemplo es la alergia al arroz, muy rara en Occidente pero frecuente en Extremo Oriente, donde forma parte de la dieta diaria. También la "comida rápida" (rica en grasas nocivas, harinas refinadas y azúcares, pero pobre en nutrientes) influye en el riesgo de alergias. Numerosos estudios relacionan una alimentación hipercalórica pero deficitaria en ácidos grasos omega 3, fibra, minerales y vitaminas, con un mayor riesgo de desarrollar este problema.El exceso de limpieza: Para muchos expertos, la falta de exposición de los niños a las lombrices y otros parásitos (sobre todo porque no juegan ya en el campo, en contacto con la tierra) impide que su sistema inmunitario madure debidamente. Como consecuencia, las defensas acaban respondiendo con una reacción alérgica frente a agentes (polen, ácaros…) que no suponen una amenaza realEl diésel y los neumáticos: Las partículas diésel presentes en el ambiente deterioran las membranas de los granos de polen. Eso significa que, cuando lo aspiramos, sus proteínas entran en un contacto mucho más directo con las delicadas membranas de la boca, la nariz y los pulmones. La consecuencia es un mayor riesgo de alergias. Otra teoría es que el sistema inmunitario reacciona frente a sustancias contaminadas por la polución.Adelantos y confort: Aire acondicionado, calefacción, moquetas? favorecen la proliferación de ácaros y mohos, potentes alergenos. Plásticos, ambientadores, productos de limpieza… nos exponen, por su parte, a sustancias que son a la vez tóxicas y causantes de alergia

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