No rompas en verano

No rompas en verano

Más que una leyenda urbana, se ha convertido ya en un hecho. Según datos del Instituto de Política Familiar, una de cada tres parejas rompe su relación al acabar la época estival. El verano, la época en la que, a priori, disfrutamos más de nuestras parejas, se convierte en un auténtico infierno insuperable para muchas, tanto que en un índice muy elevado, deriva en la definitiva ruptura de la relación. Pero, ¿por qué sucede esto?Principalmente, los expertos achacan las tensiones de pareja en periodos vacacionales a la pérdida, precisamente de la individualidad. A lo largo del año, cada uno ha de lidiar con sus responsabilidades y el tiempo vivido en pareja se reduce a unas pocas horas diarias. Durante estos periodos laborales, la convivencia resulta más sencilla al compartir pocos momentos del día juntos. A la vez, se va potenciando la concepción de individuo egoísta, en el que cada cual ha de resolver sus tareas solo.Las vacaciones ponen en evidencia este proceso que nos lleva, inconscientemente, a priorizar nuestras necesidades sobre las ajenas y, en este caso, sobre las de la pareja. Si no somos capaces de ceder un espacio a la otra persona o compartir el día a día con altruismo y sin vanidad, es probable que surjan peleas de ego, disputas que se desarrollan en un plan tan íntimo que las convierte en una búsqueda desesperada por la victoria. Caiga quien caiga.En vacaciones, hemos de ser conscientes de que cada uno necesita preservar su parcela de privacidad, pese a compartir más y durante un lapso mayor de tiempo, espacios y vivencias comunes. De no respetar los espacios, hiperdimensionados durante el calendario laboral, tarde o temprano explotará la situación y comenzarán los reproches, los malos comentarios y las acusaciones. La compenetración ideal pasa por cobrar identidad de pareja, hecho natural si se respetan entre sí los individuos.Lo deseable es hablar y discutir, en tono conciliador, las diferencias para evitar que el abismo que se cierne entre vuestra unión acabe por ser definitivo.Otro factor que ayuda a generar tensiones es la tendencia del ser humano de dilatar en el tiempo las reflexiones individuales y aplazar una discusión a "cuando tenga más tiempo". Los pequeños problemas del día a día son asuntos a tratar en caliente. Por lo contrario, tendemos a almacenarlos para poder continuar sin pensamientos molestos el ajetreo diario. Y es en verano cuando la gran bola generada por pequeños granos de arena revienta y nos es más difícil de digerir. Por ello, es aconsejable que las pequeñas disputas se resuelvan en su génesis, aunque eso nos suponga llegar diez minutos tarde al trabajo.

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