Antequera, ciudad de gongorinas

Antequera, ciudad de gongorinas

En 1410, el infante Fernando de Aragón, atascado en su empeño de arrebatar a los moros las tierras antequeranas, tuvo una aparición sobrenatural. A las cuitas del caudillo cristiano, que no sabía a ciencia cierta por donde atacar al infiel, una bella joven rodeada de leones -que resultó ser Santa Eufemia- simplemente le respondió: «Mañana salga el sol por Antequera y sea lo que Dios quiera». Don Fernando lanzó sus tropas al alba contra la ciudad y no se había puesto el sol cuando ya era suya. Ni qué decir tiene que la santa fue a partir de entonces la patrona del lugar. La frase, incrustada en nuestro acervo cultural, todavía se utiliza cuando alguien se lanza con osadía a una acción de incierto futuro.Sobre este soporte entre legendario e histórico trataremos de describir Antequera con varias pinceladas. Hoy, el turista, no se enfrenta en Antequera a ningún reto, «la ciudad de las iglesias blancas y gongorinas», en frase de Gerardo Diego, es un destino muy apropiado para el que quiere ver «la otra» Málaga, la interior.Coronada por las murallas de su castillo y por la basílica de Santa María, Antequera ofrece al viajero un perfil urbano característico de los grandes pueblos de esa Andalucía todavía bastante desconocida, tan diferente de la costa como interesante. Esta podría ser la primera pincelada.Sólo 13 kilómetros al SO aparece uno de los paisajes más singulares de toda la provincia y quizás de toda España: el Torcal. Se trata de uno de los fenómenos de erosión de la roca caliza más impresionante del planeta. A poco que dejemos suelta la imaginación, podremos ver, sobre todo a primera hora -salga el sol por el Torcal- dinosaurios, tortugas gigantes, tornillos o templos orientales, tallados en la piedra calcárea por la erosión de siglos.Maravilloso paraje natural desde donde, en días despejados, se puede ver Gibraltar e incluso África.Su origen habría que buscarlo hace más de cien millones de años, cuando los materiales calizos del fondo marino se elevaron hasta 1.300 metros sobre el nivel del mar, constituyendo un paisaje onírico. No en vano, el Torcal de Antequera ha servido de escenario para muchas películas. Segunda pincelada.Volvemos a la ciudad, a su Museo Municipal ubicado en el Palacio de Nájera, donde se exhibe la que está considerada como la más bella estatuilla romana de bronce de España, «El efebo de Antequera». Sin duda lo es, y así lo veremos sobre todo si nos lo enseña el director del museo, Manuel Cascales, un apasionado del arte de su tierra.Pero es muy posible que la mirada se nos escape a una urna lateral donde descansa, pequeña, grácil, casi ignorada una pequeña cabeza de mármol encontrada en 2001. Una humilde «Venus de Antequera» que compite -y gana- en belleza al protagonista del museo. Tercera y última pincelada. El resto del cuadro tiene que descubrirlo el viajero «in situ».

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