Costa levantina

Costa levantina

El tramo del litoral Mediterráneo que abarca la costa del Azahar y parte de la Costa Blanca, no es únicamente playas. Por eso, también invita a recorrerla durante todas las estaciones del año.Hay una ruta de visita obligada. Se trata de acercarse, al menos una vez, a una lonja para presenciar una subasta de pescado. Esta ruta está llena de historia. De su pasado árabe atestiguan sus nombres: Benicarló, Benicassim, Gandía. Es un privilegio visitar algunos de los museos arqueológicos de la zona. Hay dos personajes históricos sin los que esta ruta sería imposible de entender: Benedicto XIII y el rey Jaime I. El primero dejó el recuerdo de un cisma que dividió a la Iglesia durante más de medio siglo. Abandonado por todos, el Papa Luna se refugió hasta su muerte en el castillo de Peníscola, esa obra de ingeniería militar quizá la más poderosa de este país tan inexpugnable como la soberbia de su más célebre inquilino. El segundo, apodado el Conquistador, recuperó para la fe cristiana la práctica totalidad de la ruta, extendió hasta el Mediterráneo los límites de la Corona de Aragón y puso las pilares del futuro Reino de Valencia.La ruta arranca en Vinaros, corredor entre las comunidades valenciana y catalana y durante mucho tiempo puerto de mar de la Corona de Aragón, y concluye en Denia. A mitad del camino, dos ciudades que hablan por sí solas: Castellón de la Plana y Valencia. Lo mejor es llegar al atardecer y pernoctar en la segunda antes de visitarla por la mañana, bajo esa luz que sólo se encuentra en el Mediterráneo.

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