Nuria Espert

Nuria Espert

Nacida en Hospitalet de Llobregat en 1935, Nuria Espert vive un dulce momento profesional. Comparte cartel en su regreso a los escenarios con José Luis Gómez y Lluís Homar. Pese a su veteranía, asume los riesgos de la empresa: "En la obra hay momentos de tanta tensión -explica- que es como si llevásemos una bandeja llena de cristales dispuestos a romperse sólo con no darlo todo durante un instante", advierte.Además del teatro, el próximo mes de marzo empezará a rodar a las órdenes de Ventura Pons la versión cinematográfica de "Barcelona, Mapa de sombras", de Lluisa Cunillé. En esta ocasión, Espert tendrá como compañeros a Rosa María Sardá y Josep Maria Pou. Pese a no prodigarse en exceso ante las cámaras, la actriz y realizadora teatral repite con Pons, con quien ya rodó, hace cinco años, "Actrices".Con un bagaje repleto de premios, advierte, sin embargo, que no se siente superior. Nuria Espert aspira a seguir viviendo y actuando, pero no a cualquier precio. Regresa a escena con "Play Strindberg" e interpreta un papel que jamás protagonizaría en la vida real: el de una actriz famosa que abandona su carrera.-¿No le agota ponerse constantemente a las órdenes de directores?-¡Me encanta! Lo que no me gusta es dirigir. Prefiero que me dirijan.-¿Por qué?-Dirigir me provoca mucha ansiedad. Me siento sumamente responsable. Y, en cambio, la actuación me permite una mayor ligereza del alma, creo estar más segura de lo que hago…-¿Tampoco le cansa recibir premios?-¡Nooo! Ja, ja. Eso no fatiga. ¡En absoluto! Al contrario, aligera la carga.-¿Necesita promoción?-¡Todos los espectáculos lo necesitan teniendo en cuenta la poca promoción que nos regalan! Si fuera jugadora de fútbol, no necesitaría hacerla (Risas). Me la harían ustedes sin más. ¡Sin pedirla!-Usted es una diva.-Sí, Nuria es una diva que presenta un espectáculo que tiene que explicar qué es, por qué lo ha hecho y…-Pero hablamos de "La Espert".-¡"La Espert"! Ja, ja. Quiero explicar por qué el público tiene que ir a ver este montaje y lo imprescindible que es.-Mimada por la crítica. ¿A eso también se le coge gusto fácilmente?-No me siento mimada por la crítica. A veces sí, y otras no. Depende de cómo me haya salido el trabajo. Como a todos los demás.-¿Los premios le hacen sentirse superior?-No. Te aportan mayor seguridad. Piensas que has conectado con más gente y que has tenido la suerte de que el público aprecie tu trabajo. ¿Superior en qué? ¡Qué va! Cada año se lo dan a una persona. Entonces, todos seríamos superiores a los demás. Como dice Fernando Fernán Gómez, el año que viene se lo darán a otro.-¿Se cree la mejor actriz del mundo?-¡Ohhhh! No, no. Todos somos buenos, según qué momentos y para qué. Y completamente desacertados en otros.-¿Se ve sobrada de talento?-Alguno he tenido, pero he sido más esfuerzo, trabajo y suerte que talento.-¿Siempre tuvo las metas claras?-No. Las metas van apareciendo según subes peldaños. Mi primera etapa fue "quiero ser una actriz", después pasé por la fase de "quiero ser una buena actriz", luego llegó la de "quiero ser dirigida por buenos directores, hacer textos maravillosos y que me paguen mejor"… Nunca pensé: "Quiero llegar ahí arriba". Eso no. Se van trazando metas pequeñas, de una en una. Así es como se construye una escalera.-¿Nunca fue una mujer ambiciosa?-Sí. Comencé en el teatro sin ninguna vocación. Era muy pequeña, tenía trece años y bueno… Apareció la oportunidad de trabajar en un cuento infantil pero … yo, en realidad, quería ser bailarina.-¿Bailarina?-Si lee biografías de actrices, no le parecerá raro. Pasa mucho. Muchas de nosotras empezamos queriendo ser bailarinas. La vocación se despertó tres o cuatro años más tarde cuando estaba aprendiendo el oficio y ya andaba con "me gusta este actor", "no me gusta ese". Eso me obliga a exigirme…-¿Se perdonan los fallos a las actrices?-Diría que sí. Yo me he equivocado muchas veces, pero cuando alguien se me acerca siempre se acuerda de cosas que me han salido bien. Y han olvidado, generosamente, las que no funcionaron.- Su regreso al Teatro Nacional Cataluña tras una ausencia de casi diez años coincide con el inminente rodaje de la próxima película de Ventura Pons. A sus 71 años, perdone, pero no sé si le gusta que le recuerden la edad…-Sí, sí. Al empezar tan pronto en el teatro, tenía 13 años, es muy fácil, por tanto, echar todas las cuentas. Ja, ja.-¿Se siente en plena forma?-En plenísima forma. Interiormente, nunca he estado tan bien. Afortunadamente, y toco madera, exteriormente también lo estoy.-¿Ya se dedica a usted?-Sí, sí. Me dedico a mí. Yo siempre me he querido mucho. ¡Siempre! Me he entregado al trabajo y a la vida familiar. Era lo que me apetecía y me pedía el alma. He tenido suerte de que al pedirme eso el alma, el cuerpo y la cabeza están bien, además del alma, claro.-¿Ha aprendido a vivir?-Sí. También. He tenido una vida muy plena y eso sí que ha sido un azar. Porque los matrimonios son un absoluto y completo azar.-Para lo bien que le fue en su vida privada, resultan curiosos sus trabajos. Hay muchos matrimonios que simplemente se soportan.-La palabra soportar no me gusta.-¿Prefiere utilizar otro término?-No hay que soportarse en el matrimonio si las cosas van mal. Y, si puede ser y te lo puedes permitir, ni en el trabajo ni en la amistad. No hay que soportar. Si de pronto el cariño cede a las dificultades, ¡haga números!-¿De qué tipo?-Como decía mi abuela, la yaya Lola, y que los números te den positivo para la relación.-¿Por qué se divorcia tanta gente?-Porque hay menos hipocresía, porque la mujer tiene otra actitud ante la pareja, gana su dinero y ya no depende del de su marido ni de su posición social… Porque el esposo está desconcertado y no sabe qué hacer con esa mujer… Ja, ja.-¿Y porque el amor es, a veces, un juego maquiavélico?-¡El amor siempre ha sido un juego maquiavélico! El divorcio no viene porque haya cambiado la calidad del amor.-Fue la última actriz que actuó junto a Adolfo Marsillach antes de su muerte, pese a que no se hablaban. ¿No cabe el rencor en usted?-¡Nooo! Cuando murió mi madre estaba dirigiendo una ópera. Una de las cantantes de la compañía me vio sufrir, naturalmente, y me regaló un libro de autoayuda. No soy muy aficionada a esos libros, no me los creo, pero lo hojeé. Y leí una cosa absolutamente maravillosa.-¿Se puede saber qué leyó?-Decía: "La mordedura de la serpiente no te mata, lo que te mata es el veneno que te deja dentro".-¡Expulsemos lo malo que llevamos dentro!-Con el rencor sucede lo mismo. La cosa que ha ocurrido no es tan grave, lo que es gravísimo es el odio que te puede dejar dentro. Así que nada de odios ni de rencores.

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