La talla en la ropa: Metidos en cintura

La talla en la ropa: Metidos en cintura

Gobierno, diseñadores y empresarios textiles
trabajan para unificar el tallaje y hacerlo más realista tras las denuncias de las asociaciones de anoréxicasLos probadores de las tiendas se han convertido en los últimos años en habitáculos del desconcierto. Las mujeres, que hasta ahora creían saber la talla que usaban, se han visto obligadas a recurrir al tanteo: coger de la percha las prendas que a ojo creen que les pueden servir y pasar luego por la tediosa tarea de intentar enfundarse en una o en otra. Las sorpresas son mayúsculas, ya que chicas que usan la 40, por ejemplo, comprueban con estupor que sólo caben en una 44 o, por el contrario, que han vuelto de repente a esa 36 que dejaron de usar cuando acabaron la EGB.Ya nadie está seguro de qué talla usa, porque las
diferencias entre marcas son muy acusadas. Dispuesto a terminar con este caos de tallajes, el Ministerio de Sanidad y Consumo ha creado una mesa de trabajo en la que participan los diseñadores y las principales firmas textiles del país.Este grupo es otra manifestación práctica del compromiso al que llegaron todas las partes en
abril, cuando acordaron fomentar una imagen saludable, proteger los derechos de los consumidores y luchar contra la anorexia. Estas aspiraciones casi caballerescas, que suscitaron
un comprensible escepticismo, han empezado a hacerse realidad. La primera repercusión ha sido el rechazo en la Pasarela Cibeles a las modelos que no llegan al índice de masa corporal mínimo para estar saludable, con lo que el 30% de las maniquíes que desfilaron el año pasado se ha quedado fuera de la edición que empieza hoy lunes.Así que, al contrario de lo que ocurrió en 1999 con unas cándidas recomendaciones del Ejecutivo, parece que esta vez las buenas intenciones sobre los cánones saludables no van a caer en saco roto. «El grupo de trabajo ya se ha reunido cuatro veces ?explica un portavoz de Sanidad? y, aunque el proceso es lento, el talante de los participantes es muy positivo». A pesar de que nadie quiere adelantar información sobre la marcha del proceso, el Gobierno estima que para final de año
ya se habrán estandarizado las tallas.En esas fechas, además, ya estará avanzado un ambicioso estudio antropométrico que apoyará el
nuevo sistema y revelará cómo son las mujeres españolas de carne y hueso. Las tallas estándar se basarán así en referentes realistas, no en espigados dibujos bosquejados por los diseñadores que sólo se ajustan a las siluetas de modelos extremadamente esbeltas y escuálidas. Para realizarlo, se tomarán medidas de la población femenina mayor de 12 años, atendiendo a las diferencias en distintos tramos de edad.Una vez concluido el informe sobre las proporciones físicas reales y consensuadas las tallas, también se aplicarán las nuevas medidas a los maniquíes, porque ni siquiera las mujeres de plástico podrán sustraerse a esta revolución, que cuenta con el empujón imprescindible de modistos y empresarios textiles. «Ellos no son parte del problema del culto a la delgadez, sino parte de la solución», puntualizan desde el Ministerio.¿Merece la pena este torbellino de cifras, proporciones, correlaciones matemáticas y muestreos de población? Desde el punto de vista de los consumidores, es necesario, ya que la desorientación en torno a los tallajes genera molestias evidentes y no pocos complejos.
Pero la iniciativa supone mucho más que una ayuda para facilitar las jornadas de ?shopping?.
Su trascendencia «es vital», según recalca Mari Carmen González, coordinadora nacional de la Asociación en Defensa de la Anorexia
Nerviosa y la Bulimia (ADANER). «Es un beneficio social, sobre todo para la gente que tiene trastornos alimentarios ?explica?. El sistema
actual de tallas responde a modelos irreales y causa frustración. Muchas de las chicas con las que tratamos decidieron ponerse a dieta después de una tarde de compras».¿Qué ha pasado para que los dos pilares de la industria de la moda ?los diseñadores y los empresarios? hayan accedido a cambiar los
estándares que rigen su negocio en aras del bien social? Mari Carmen sucumbe a su vena escéptica
y apunta a criterios económicos detrás de este talante colaboracionista. «Saben que no pueden ir
contra el cliente, que el clamor social es ya imparable. Y las pasarelas, como Cibeles, también
empiezan a entrar en razón, pero porque están subvencionadas con dinero público?», desliza. De
hecho, según avanza, la pasarela de Milán «podría estar estudiando hacer lo mismo que Cibeles».Sean cuales sean las motivaciones, no hay duda del compromiso firme del mundo de la moda, que sólo en España mueve 25.000 millones de euros anuales y da trabajo a 400.000 personas. Inditex, el
mayor grupo textil del país y uno de los principales distribuidores del mundo ?con ocho marcas: Zara, Pull and Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho, Zara Home y Kiddy?s Class?, tiene la «firme intención de avanzar» en la mesa de trabajo, donde representan al sector junto con El
Corte Inglés, Cortefiel y Mango. «El hecho de que nos hayamos reunido ya es significativo ?indica Raúl Estradera, portavoz de Inditex?, pero es un proceso muy complejo. Cada compañía tiene sus escalas y ahora se trata de eliminar las diferencias».Aunque Estrada desmiente que cada firma haga sus tallas a ojo de buen cubero, sí admite que la moda no es una ciencia exacta. «Hay variaciones
de talla de una marca a otra. Pero también dentro de la misma compañía, debido al tejido, al corte, a la tendencia? », explica. Las diferencias entre mercados las tienen muy claras en Inditex, con tiendas en 400 ciudades de Europa, Asia y África: «Hacemos la misma ropa para todos los países,
pero en Suecia vamos a vender más tallas 44 que en Japón». Resulta evidente.?Muerte de las tallas?En realidad, estandarizar las tallas en España es sólo la punta del iceberg, porque la pretensión de
empresarios y diseñadores es «arreglar primero lo de casa para luego llegar a un acuerdo europeo», según destaca Lucía Cordeiro, gerente de la Asociación de Creadores de Moda. Conscientes de que siempre habrá variaciones ?«no es lo mismo un traje de Dolce & Gabanna, con el que vas ajustadísimo, que uno del japonés Yamamoto,mucho más holgado»?, los modistos apuestan por la estandarización total, extensible a todas las marcas y países, que consistiría en una especie de ?muerte de las tallas?. «Abogamos porque las etiquetas de la ropa lleven un pictograma de un cuerpo con sus medidas en centímetros. Tu cuerpo será tu talla, y no al revés», indica Cordeiro. Este proyecto tiene una ventaja colateral: «Muchas mujeres dejarán de cortar las etiquetas de su ropa por la vergüenza de usar ciertas tallas».

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