Recuperar el deseo sexual

Recuperar el deseo sexual

Una nueva terapia a base de parches de testosterona vuelve a abrir la puerta de la sexualidad a muchas mujeres.Vistos desde fuera, Eduardo y Lola eran la pareja ideal: se querían, tenían trabajo estable, una casa estupenda y una niña preciosa de un año. Pero, en la intimidad, y desde el parto de Lola, compartían un problema: las constantes excusas de ella para no hacer el amor con él. No es que no quisiera a mi marido; seguía enamorada de él. El problema era la falta de deseo sexual, y la angustia que eso me producía.Manuela, de 46 años, casada y con dos hijas adolescentes, le extirparon el útero y los ovarios hace 7 años, cuando le diagnosticaron varios fibromas y un quiste ovárico. Sin embargo, la intervención le dejó un efecto inesperado: la falta de deseo sexual. Fue una profunda sensación de pérdida, me sentía como castrada.El problema de Lola y Manuela es todo menos una anécdota. Se calcula que entre el 20 por ciento y el 30 por ciento de las mujeres de entre 18 y 60 años sufren de lo que se conoce como desorden del deseo sexual hipoactivo (DDSH), que combina bajo deseo sexual y ansiedad personal derivada de este problema. El trastorno es especialmente frecuente en mujeres a las que les han extirpado los ovarios y menopáusicas. Y un número creciente de expertos señala que el riesgo parece aumentar también tras el parto y durante la lactancia. Lola y Manuela han tenido suerte. Están siendo tratadas por un ginecólogo con una visión holística (no parcial, sino total) de la salud de la mujer; y su caso no ha sido despachado con la consabida frase de todo está en tu mente.Tras el examen físico y varias pruebas, como un análisis para comprobar los niveles de testosterona, tanto Lola como Manuela están en tratamiento con gotas orales de esta hormona, especialmente formuladas por el ginecólogo y que prepara un farmacéutico de confianza, ya que las inyecciones de testosterona, únicos suplementos de esa sustancia de venta en España, vienen en dosis masculinas, demasiado altas para ellas. Desde entonces, ambas aseguran que su vida sexual ha dado un giro de 180 grados. Como explica Manuela con una sonrisa: “disfruto del sexo; mi marido está encantado y yo más”.Parches transdérmicosAhora, ese fármaco está en fase final de estudio en forma de parches transdérmicos con 300 g de testosterona cada uno y que se cambian dos veces por semana. Desarrollados por Procter & Gamble Pharmaceuticals y Watson Pharmaceuticals, los parches liberan gradualmente dosis muy bajas de la hormona, lo que mantiene niveles estables de la misma y reduce los efectos secundarios (acné, vello corporal, tasas bajas de colesterol bueno y tasas más altas del malo…) asociados a otros sistemas de administración como las inyecciones.En el primer estudio científico a gran escala que se ha realizado al respecto, los citados parches han probado que aumentan en más de un 50 por ciento tanto la actividad sexual, como el deseo sexual en mujeres con menopausia quirúrgica. Además, el estudio ha revelado mejoras en otros planos: excitación, orgasmo, placer, respuesta e, incluso, autoestima y niveles de ansiedad. Al contrario que con las altas dosis de testosterona, los parches apenas produjeron efectos secundarios y, de éstos, el 90 por ciento fueron calificados de débiles.Como explica la Dra. Laura Berman, directora del Centro de Medicina Sexual Femenina en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), cuando los niveles de testosterona caen, el hombre tiene problemas de erección y de deseo sexual. Cuando los niveles en la mujer disminuyen, también ellas ven decrecer su interés en el sexo. Restaura el equilibrio, y es muy probable que esos problemas desaparezcan totalmente. Lo que hay que vigilar en este tratamiento es la dosis. Si es la adecuada, los efectos secundarios son mínimos y los beneficios, múltiples. Y es que, como comprueban muchos ginecólogos en sus consultas, los suplementos de la hormona pueden ayudar a mantener la masa ósea y muscular; mejorar la sensación de bienestar; aumentar los niveles de energía y reducir el riesgo de depresión.Por Marisol Guisasola

 

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