APNABI

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"Para colaborar con autistas sólo se precisa motivación", asegura Alazne Idoiagabeitia, una voluntaria de Apnabi, la asociación vizcaína de padres que organiza diversas actividades para el ocio de estos muchachos. Alazne trabaja junto con sus monitores en actividades lúdicas y de tiempo libre.Unos son capaces de comunicarse precariamente mediante un puñado de palabras talismán, mientras que otros requieren asistencia continua, incluso que se les cambien los pañales. Pero todos los afectados por el autismo y otras psicosis infantiles pueden disfrutar del tiempo libre.Esta joven contactó con la entidad tras acabar sus estudios de Educación Social. "Me propusieron colaborar y acepté. Entonces sólo contaba con una idea muy teórica de lo que significaba". Su primera tarea consistió en un "respiro" o estancia de fin de semana para un colectivo de jóvenes de entre 13 y 28 años dispuestos a disfrutar de paseos y actividades lúdicas. Todo un reto, a pesar de la formación previa. "Fue un "shock", al principio no sabía cómo actuar", recuerda. "Sabía que no podía hacer lo que se me ocurriera en cada momento porque era posible que les molestara".El desconcierto inicial no duró demasiado. "Enseguida conoces sus reacciones y, además, cuentas con el asesoramiento de los monitores, los verdaderos responsables de su cuidado, que te indican la manera de proceder". Superada aquella primera prueba, un gusanillo la animó a continuar, a coleccionar "respiros" más relajados e, incluso, compartir con ellos las vacaciones. "Además del aprendizaje, influye mucho el carácter de cada uno y yo soy muy paciente".Mundos propiosLas convivencias pretenden estimular la autonomía y creatividad de los usuarios del servicio. Durante el verano se organizan colonias quincenales que implican mayor esfuerzo organizativo y la demanda de un mayor número de voluntarios. "No es preciso tener experiencia previa, tan sólo interés", remarca Alazne.La imagen del niño que se balancea rítmicamente en un rincón ajeno a todo no se corresponde con la realidad compleja de este fenómeno. A juicio de Julio Fombellida, monitor de tiempo libre, la incidencia del autismo puede ser suave, media o severa, incluso cabe un vínculo con la esquizofrenia. En cualquier caso, hay muchas variantes que impiden la generalización. "Cada chaval tiene su mundo propio, interno".Determinar con precisión las conductas, habilidades y requerimientos, por insignificantes que sean, resulta primordial. "Son muy rutinarios", indica. Quizás exijan que la pasta de dientes dibuje una curva al caer sobre el cepillo, tomar el yogurt antes del segundo plato o acostarse vestidos con medio pijama. No son demandas banales. "Conceden mucha importancia a cosas que pasan desapercibidas en nuestra vida cotidiana".Por tanto, mantener su estabilidad requiere atención constante, aunque padres, voluntarios y monitores confiesan que la tarea se compensa con el buen ambiente del equipo. "Nunca estás ni te sientes sola", apunta la voluntaria. "¿Estrés? En absoluto. Te habitúas".Alazne ya se ha acostumbrado y dice que seguirá participando mientras se sienta a gusto, aunque esta experiencia no derive en una ocupación profesional. No quiere desligarse de los autistas.Una sonrisa de estos jóvenes se convierte siempre en una valiosa recompensa. "Vuelves a casa encantado de la vida porque has ayudado a otras personas", asegura Julio, otro voluntario. Su labor, dice, se parece a la de un "gran hermano" sin morbo ni espíritu competitivo. "Has permitido que sus familias descansen y que unos chicos sean al menos un poquito más felices".Los interesados en participar en las actividades de la asociación de padres de afectados de autismo y otras psicosis infantiles de Bizkaia (Apnabi) han de contactar con los teléfonos 944471417 y 944 763 453 o en la dirección de e-mail tlibre@apnabi.org.

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