Abrazos al corazón

Pensaba estos días en la inmensa bendición que es recibir abrazos al corazón. Virtuales y físicos. Amo los abrazos, pero hay ciertas formas, gestos, expresiones y manifestaciones que resultan en un completo abrazo al corazón.

Ese momento o esa situación que más allá de palabras o en sí del acto, es como recibir una manta calientita en días de frío, ¿me explico?

No es necesario, o no siempre, que recibamos abrazos físicos. La cotidianeidad nos lleva a estar lejos de las personas que amamos, que nos quieren y que aprecian genuinamente nuestras bondades y virtudes. La velocidad de la vida y la inmediatez, de pronto, nos hace dejar de lado lo importante y solo vemos lo prioritario.

Los abrazos al corazón

Cuando pasamos tormentas existenciales, ¿quién no ha pasado por alguna?, las contamos por docenas en un año, cuando eso sucede, el mundo —generalizado y no—parece adverso, luce como si todo mundo fuera nuestro enemigo, aunque no.

Y justo en estos pasajes de la vida, en estos momentos a veces fortuitos, es cuando los abrazos al corazón y del corazón se convierten en bálsamo para nuestra rutina. En amaneceres y despertares llenos de la luz del sol, literal y tácito.

Los abrazos al corazón son esas personas que nos acogen con compasión, tolerancia, prudencia y también con sus formas únicas de expresión de amor.

Quizá sea a través de un mensaje donde nos hacen saber que somos valiosos, importantes y amados. O, quizá, con la interpretación de una canción o escribiendo un poema donde conectan las emociones que muchas veces no son expresiones palpables pero sí generosas y lucidas.

Muestras de amor

No todes tenemos la capacidad de generar o retribuir las muestras de amor. Por eso es doblemente valioso cuando las podemos crear, mostrar o recibir si somos ese tipo de personas que no es una de nuestras virtudes brindar esos abrazos al corazón.

El tiempo y la forma de cada persona para brindar muestras de amor es individual. Suele llegar sin pedirlo pero sí cuando lo necesitamos.

Incluso, hay seres humanos que sin saberlo, sin pensarlo nos brindan esos abrazos al corazón. ¿Cómo? Con sus expresiones —individuales—de afecto, amistad y de compasión. Un ser compasivo suele ser virtuosísimo, porque casi siempre es un don que no podemos ver a simple vista sino echando en cuenta que, justamente, alguien está teniendo compasión, amor, interés.

Los abrazos al corazón son necesarios, hasta te diría indispensables y un tanto impensables.

Pero, también es urgente, reconocer que estas muestras de afecto, de amor y cariño son vitales en una relación de dos. Es decir, tanto recibirlas, pero también construir los lazos que hagan que cada vez hayan mas y más abrazos al corazón.

Que sea una forma de diálogo, de comunicación entre dos o más personas. Es un lenguaje de amor, de gratitud y de preocupación por el o la otra. Y hay que construirlos como una virtud que prolongue las relaciones interpersonales.

No esperemos sólo a recibir los abrazos al corazón, también hay que edificarlos y que se conviertan en cimientos de relaciones afectivas prósperas.

Gracias por todos los abrazos al corazón

Recién he estado lleno de esos abrazos al corazón que magnifican, sobre todo, a quienes los crean y comparten conmigo.

Alguien me preguntaba en días pasados, «¿Por qué dices que te he salvado?» Pues justo, esos abrazos al corazón, esos mensajes donde me preguntaron, «¿Cómo vas? ¿Cómo sigues? ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? ¿Te ayudo?». Pues son esas expresiones genuinas de amor.

Recibo canciones, textos, mails, mensajes, capítulos de fanfics, Spaces donde saludan a mi madre y a mí, con singular aprecio y cariño, que en el justo momento de recibirlos muchas veces me llevan a lo pasmoso, a lo asombroso de la cotidianeidad.

Y lo valoro, lo abrazo y, procuro siempre, ser agradecido con todos esos abrazos al corazón que, en muchísimas ocasiones, me han sacado de la oscuridad para darme claridad, lucidez, calma y brillo a mis días. Y —casi—siempre correspondo.

Repartamos abrazos al corazón, ¿qué nos cuesta? Nunca sabremos a ciencia cierta qué o por qué está pasando la otra, otras personas. A veces un mensaje, una nota de voz, un espacio en el tiempo ocupado de todos, hace la diferencia y nada cuesta simplemente ser amable.

También recordé una palabas muy lucidas de mi psicóloga:

«Que alguien no sea amable o procure actos de amor no significa que no quiera brindarlos. Simplemente quizá no sepa cómo».

Complemento con

«Nos han educado para apagar el dolor como si fuera una alarma molesta».

Con inmenso amor y eterna gratitud a mi madre que no hay día, no hay un solo momento que sus abrazos al corazón no tengan la intención de amarme, sanarme, cuidarme y ayudarme a repararme.

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