Qué hacer cuando muere el amor de tu vida, no es retórica, no es imaginación, ni un mal sueño.
A Clemente Diego con todo, absolutamente todo mi amor.
Las vicisitudes de la vida es justamente algo que no es explicable. No sabemos, no sé cómo funciona el destino de la vida y solo me aferro a pensar —y creer—que es Dios.
Sin embargo cuando muere el amor de tu vida buscarle lógica es estéril. Y muy cansado, porque no hay razonamiento solo un sentimiento de desolación inmenso.
La vida es parte de la muerte, ¿o la muerte es parte de la vida?
Tengo tanto dolor como preguntas. Insisto, me aferro a mi fe. Sin embargo es imposible no cuestionarme tantos porqués, uno de ellos es ¿por qué ahora?, ¿por qué justamente después de mi abuela?, ¿por qué este año?
No tengo una sola respuesta que le de sentido al sentimiento inhóspito de ¿Qué hacer cuando muere el amor de tu vida?
La vida terrenal es cortísima si la comparamos con los miles de millones de años que tiene la tierra, por ejemplo.
25 años de vida para un ser humano dichoso, amoroso, pleno, feliz, inteligentísimo, con una personalidad avasalladora, carismático, libre, puro, generoso, inquieto, enamorado y el mejor hermano y compañero del mundo.
Pero sí, cuando muere el amor de tu vida se siente como perder la cordura, la paz, la tranquilidad, el rumbo e incluso el corazón. Hasta la conciencia.
Cuando muere el amor de tu vida, de mi vida
He pasado de la negación al dolor, inexplicable y parece que interminable dolor.
Cuando muere el amor de tu vida es como si también morí yo mismo. Y solo quedó mi cuerpo en el plano terrenal.
Pero no, la vida sigue. Mi madre y yo no sabemos para qué, ni cómo, mucho menos el porqué.
Pero sigue.
La vida continua sin su sonrisa, sin sus gritos y su alegría incomparable. Los días siguen sin el maravilloso brillo de sus ojos y sin sus ruidosas carcajadas.
La vida aunque en este momento no sé cómo, ni mucho menos le encuentro razón alguna. ¿Para qué? ¿Para quién?
Cuando muere el amor de tu vida
Se detiene la vida misma. El mundo se detuvo, paró. Estrepitosamente se paralizó todo a mi alrededor y como único mecanismo de defensa e incluso de supervivencia, sólo hay lágrimas, llanto, desolación, desconsuelo.
Cuando muere el amor de tu vida todo se inmoviliza, el mundo y lo cotidiano como lo conocía antes ya no existe.
Porque ya no existe en el plano terrenal la persona con la sonrisa más hermosa y la elocuencia más genuina.
Todas las palabras de amor las conocía por él y con él. El amor incondicional e incuestionable lo conocí a través del amor de mi vida. Amor que redunda en amor.
Ya no estás. Ya no leerás mis textos y poemas con aquel orgullo y timidez. No hay más preguntas sobre cómo amar a una chica o cómo besarla sin ser torpe.
Ni mucho menos existen más bromas en conjunto a nuestra madre mucho menos a tu Mavi…
Ya no hay gritos ensordecedores de goles del Real Madrid «Yo soy como mi Real Madrid, Ál: guapo, invencible y el mejor del mundo».
Y es que tenías razón, nene de mi corazón: eres, fuiste y serás el mejor del mundo. El mejor ser humano que pisó este planeta.
Hasta siempre y gracias
Qué dicha ser tu hermano hasta la eternidad. Qué honor ser yo quien te abrazó los últimos momentos pero también toda tu vida. Inmenso privilegio ser tu mejor amigo y no guardarnos secretos.
Cuando miro al cielo allí estás: osado, inquieto, sonriendo, con muchas preguntas y dudas, ¿sabes qué nene? También estoy lleno de dudas y de un miedo desconocido: ¿Cómo voy a vivir sin el amor de mi vida?
Dios y sus cosas, mi nene hermoso. Dios y sus benditas cosas. Solo Él y su inmenso amor.
También solo Él nos ayudará a caminar este desierto desolador que ahora es esta tierra sin tu magia, tu brillantez que me daba inmensa serenidad.
Y tu recuerdo imborrable como ese ser etéreo. Ese ser que provino del cielo a regalarnos su amor, paciencia, audacia, generosidad y sobre todo paz.
Regresaste al cielo, el sitio donde solamente viven los seres como tú: los más bonitos, brillantes y puros.
Te amo inmensa e infinitamente, Clemen. Contigo conocí el amor más hermoso.
In Memoriam a Clemente Diego de Miguel Norberto.
Descansa en paz, Rey del mundo.
Por siempre tu nene.