Estrés y enfermedad

Estrés y enfermedad

Estrés y enfermedad

A las consultas médicas y psicológicas llegan cada vez más pacientes que se ven “desbordados” por el día a día. Casi uno de cada tres trabajadores europeos padece problemas de salud derivados del estrés. No son sólo ejecutivos que se ven “superados” por exigencias laborales de alta responsabilidad. Amas de casa, jubilados, personas en paro y profesionales de toda índole también pueden sufrir los efectos perjudiciales de un estrés desmesurado. No obstante, algunos personas están más expuestas que otras: trabajadores adolescentes y de edad avanzada, las mujeres con exceso de trabajo y los discapacitados integran los grupos de riesgo. Palpitaciones, insomnio, sudoración excesiva, molestias estomacales, falta de apetito sexual o dolores de cabeza son algunos de sus síntomas. En los casos más extremos, un estrés sostenido puede empeorar afecciones cardiovasculares e incluso provocar arritmias graves y hemorragias cerebrales.Gran condicionante de la saludLa Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (OSHA, por sus siglas en inglés) considera el estrés de origen laboral como el segundo problema de salud más habitual relacionado con el trabajo en la Unión Europea, después de los dolores de espalda: afecta a casi uno de cada tres trabajadores.El estrés puede aquejar a cualquiera, en cualquier edad, sea cual sea su sector, su nivel y su situación laboral. De hecho, hoy, aunque no existen apenas estudios fuera del ámbito del trabajo, se sabe que el estrés forma parte de la vida de todos.Pero algunos grupos corren más riesgo. Entre los factores determinantes están los comportamientos hostiles; la falta de recursos para hacer frente a determinadas situaciones y encontrarse en una situación socioeconómica desfavorecida. Informes de la OSHA incluyen en estos grupos a los trabajadores adolescentes y los de mayor edad, a las mujeres con exceso de trabajo y todos aquellos que se encuentran en una situación desfavorecida. Estos estudios señalan, además, que “con frecuencia, las personas de riesgo especial también están más expuestas a condiciones nocivas de vida y de trabajo. Con ello quiere decirse que la gran vulnerabilidad tiende a ser concomitante con la elevada exposición”.La resistencia al estrés de cada uno es diferente. Mientras un volumen de trabajo, o una determinada tarea, es perfectamente asumible para una persona puede no serlo para otra “que se ahogue en un vaso de agua”, comenta el presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), Antonio Cano Vindel.”En cualquier caso, concederle más importancia al estrés soportado por un empleado que gana muchos millones y tiene miedo a perder su trabajo que al que afecta a una ?abuela esclava? no es justo”, asegura Antonio Guijarro Morales, jefe clínico de Cardiología del Hospital Universitario San Cecilio de Granada. Este cardiólogo considera que hay muchísimos pacientes que sufren dolencias graves por causa del estrés sin saberlo o sin querer reconocerlo.DesencadenantesAlgunos de los desencadenantes del estrés o factores “estresores” que suelen identificarse con más frecuencia, dentro de los muchos posibles, son los siguientes:- Enfrentarse a tareas para las que uno no se considera preparado.- Tener demasiado o muy poco trabajo.- Soportar mucha responsabilidad.- Trabajar con prisa, porque la tarea ha de ser más intensa para llegar a tiempo, cumplir plazos…- Estar escasamente reconocido o remunerado por un buen rendimiento laboral.- No saber cuál es la función que se le asigna dentro de un núcleo u organización. Suele darse cuando no se han perfilado bien roles, categorías o jerarquías en una empresa. Este factor también está presente en el llamado “síndrome del nido vacío”, típico en mujeres de edad avanzada, y ejerce presión sobre algunos empleados al alcanzar la jubilación.- Perder prestigio ante los demás.- Sufrir demasiado ruido, calor o frío, etc.ConsecuenciasEl estrés desmesurado genera malestar. Esta sensación desagradable puede hacernos estar ansiosos y aparejar un deterioro de la salud si es persistente durante largo tiempo. Se calcula que el estrés laboral cuesta a los Estados miembros 20 000 millones de euros al año como mínimo.Cano Vindel describe el estrés como una reacción “buena” o “mala”. La tensión muscular sería la respuesta “buena” ante un peligro para correr, por citar un ejemplo, y la “mala”, el temblor de piernas. Esta última manera de reaccionar ante el estímulo acarrearía una “pérdida de control” de la situación por parte del individuo y es, según el profesor Cano Vindel, “típica de las personas que tienen problemas con la ansiedad, principal y más importante consecuencia del estrés malo”.La doctora María Puget Bosch, responsable del Área de Medicina del Trabajo de Asepeyo, define el estrés como un desequilibrio entre las demandas que percibe una persona y los recursos de que dispone para afrontarlas. “El estrés produce angustia y si se mantiene puede acabar provocando alteraciones psicosomáticas”, asevera.Las cifras son elocuentes. En la IV Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo elaborada por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales puede apreciarse que los motivos más frecuentes de consulta médica relacionados con problemas de salud derivados del trabajo fueron el dolor de espalda (20,4%), el dolor de cuello (10,2%), el dolor de miembro superior (7,1%), la fatiga visual (7,1%), el dolor en miembro inferior (6,4%), las infecciones del aparato respiratorio (5,4%) y el propio estrés (4,6%). Pero aquí habría que tener en cuenta que los síntomas físicos más típicos del estrés negativo son precisamente, entre otros muchos, tensión muscular, agotamiento crónico y procesos infecciosos.Es el propio afectado quien primero detecta la existencia de “un cuadro complejo provocado por varias concausas, que puede tener origen en el trabajo, los hijos, la pareja…”, explica el psicólogo clínico Francisco Massó, acostumbrado a recibir en su consulta a personas abrumadas por el estrés, muchas de ellas víctimas del “mobbing” y trabajadores “quemados” (afectados por el síndrome de “burn-out”).Por otro lado, el estrés patológico tiene consecuencias psicológicas importantes. Genera agresividad, irritabilidad, preocupación y falta de concentración, baja el rendimiento laboral, provoca olvidos y confusión etc. Según médicos y psicólogos la presión que ejerce puede estar en el origen de trastornos y crisis de ansiedad como las fobias y también puede desembocar en depresión.En el Reino Unido cerca de 3 de cada 10 empleados sufren problemas de salud mental que varios estudios achacan al estrés provocado por el trabajo y las enfermedades que causa, la depresión, en particular. El problema es tan extendido que se considera que uno de cada 20 británicos en activo está padeciendo una depresión significativa.Enfermedades gravesAnte cualquiera o varios de estos síntomas la doctora Puget aconseja acudir al médico de empresa, de cabecera “o al que se tenga más a mano”. El facultativo determinará la necesidad o no de que el paciente sea tratado por un psicólogo para descubrir el origen de su estrés y la manera de afrontarlo. Entretanto, es posible que el doctor considere necesario recetar tranquilizantes, ansiolíticos, analgésicos o somníferos.Los fármacos aliviarán los síntomas pero no resolverán el problema del paciente, insisten los psicólogos. Los médicos están de acuerdo en cuanto a que las medicinas no resuelven el problema, al menos así lo manifiesta el cardiólogo Guijarro Morales, mientras comenta que, sin embargo, los medicamentos son necesarios en caso de estrés límite en personas que ya han tenido por ejemplo un “aviso”, léase amago de infarto.Guijarro Morales manifiesta que el estrés esta “realmente muy relacionado con las enfermedades cardiovasculares” (aquellas que tienen que ver con complicaciones en el torrente sanguíneo), que agrava enfermedades que ya existen y aumenta la probabilidad de desarrollar cardiopatías y presión arterial alta.Y aunque las posibilidades de etiología o de causa de una enfermedad como por ejemplo la hipertensión sean muchas, el cardiólogo granadino no resta importancia al estrés como factor causante de patologías graves. Este especialista afirma que puede llegar a provocar arritmias, anginas de pecho, hemorragias cerebrales e incluso muerte súbita.Tratamiento y prevenciónEl estrés es un factor de riesgo de varias enfermedades, entre ellas las cardiovasculares. “El estrés provoca emociones y modifica hábitos que condicionan la salud”, sentencia Cano Vindel. Además, asegura, quienes sufren de estrés, a causa de la ansiedad, tienden a fumar más, suelen comen peor, sus niveles de colesterol son más elevados y acostumbran a padecer hipertensión. “Todo ello aumenta sus variables de vulnerabilidad ante el infarto”, añade.Las llamadas enfermedades isquémicas del corazón (infarto agudo de miocardio, angina de pecho, etc.) son en España la primera causa de muerte. Los expertos coinciden en que sólo con modificar algunos aspectos del estilo de vida disminuye considerablemente el riesgo de desarrollar una de estas patologías.El tratamiento adecuado del estrés pasa por la consulta de un psicólogo. “Remontar un cuadro de estrés no tiene por qué ser largo, depende de la voluntad de cambio de cada persona”, advierte Massó mientras explica que la terapia ayudará al afectado a poner en marcha sus propias capacidades, competencias y habilidades para superar la situación.El psicólogo Cano Vindel coincide con él al afirmar que para “gestionar bien el estrés”, lo que hay que tener en cuenta son los recursos disponibles para manejarse ante unas obligaciones. Lo primero hay que intentar cambiar es el entorno causante del estrés pero “si no se pueden cambiar las circunstancias siempre se puede cambiar al individuo, ayudarle a interpretar la realidad de una manera menos estresante, menos amenazante”, afirma el presidente de la SEAS. Entre los consejos que citan los especialistas para afrontar el estrés se encuentran:- Informarse. Puede ser una ayuda la lectura de la página web de la SEAS ( www.ucm.es/info/seas ) donde hay un test para conocer el grado de estrés individual de cada uno. Si el resultado es muy elevado lo mejor será acudir a un especialista.- Hacer ejercicio físico. El trabajo físico produce serotonina. La llaman la hormona de la felicidad porque es un tónico natural. Son muy útiles también los ejercicios respiratorios, los estiramientos y los métodos de relajación.- Llevar una vida ordenada en cuanto a horas de sueño, trabajo y descanso, así como una alimentación equilibrada libre en lo posible de excitantes como el café, el tabaco y el alcohol.- Atender las propias necesidades personales de reintegración de energía disfrutando el tiempo libre con las actividades preferidas y en compañía de personas que no “nos obliguen a interpretar ningún papel”.- Adquirir técnicas de gestión del trabajo, oratoria, habilidades sociales etc. mediante cursos si es preciso.

 

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