Los desórdenes craneomandibulares son enfermedades que afectan a la articulación que conecta la mandíbula con el cráneo, a los músculos de la masticación y a las estructuras de la boca (dientes, encía…). El síntoma más frecuente es el dolor, pero también la limitación en la apertura y los movimientos de la boca y los ruidos: crepitaciones (como si tuvieras arena en la boca), chasquidos… Y, además, puede originar molestias y dolor en otras zonas del cuerpo, como el oído, la mandíbula, la cabeza, la espalda o el cuello. A veces, estos problemas coinciden también con otras alteraciones craneofaciales, reumatológicas o psicológicas, que hacen necesaria la intervención de otros profesionales, como el otorrinolaringólogo, el neurólogo, el psicólogo o el reumatólogo.Los desórdenes craneomandibulares pueden tener distintos orígenes, sin que las causas que los provocan no estén claras del todo. De modo consciente, afecta a esta dolencia hábitos como morderse las uñas o sujetar objetos con los dientes. En el plano del subconsciente, el origen más común a la par que gran desconocido, es el bruxismo.El bruxismo es el hábito de rechinar los dientes que provoca el desgaste de las piezas
hasta el punto de limar por completo la superficie dental. Además, el paciente puede sufrir
cefaleas, problemas en la articulación de la mandíbula, sensibilidad acusada en los
dientes, dolores de oídos y otra serie de molestias derivadas de este problema asociado con trastornos psicológicos.El bruxismo diurno está íntimamente ligado con el estrés y se manifiesta más como un problema de apretar los dientes que de rechinarlos. El bruxismo nocturno, por otra parte, se ha clasificado como un trastorno del sueño y sus causas no están aún definidas. La experiencia apunta a un factor genético relacionado con la conducta como posible inductor del problema.Durante algunas fases del descanso, se aprietan a rechinan los dientes de forma incontrolada y con violencia, llegando incluso a fracturar las piezas. Los dos tipos de bruxismo pueden darse en un mismo paciente. El sector de la población más proclive a sufrir esta disfunción son los niños. El bruxismo suele manifestarse a la edad de cuatro años y mediante cefaleas, por lo que no se relaciona este síntoma fácilmente al desorden craneomandibular. Se calcula que el bruxismo afecta aproximadamente a un 20% de los pequeños. Con la edad, la incidencia de casos se reduce a la mitad, con un 10% de casos entre la población mayor.Para su mejor detección, los síntomas del bruxismo son: dificultad o dolor al abrir la boca, por ejemplo al bostezar, bloqueo de mandíbula, dificultad o dolor al masticar, presencia de ruidos y chasquidos al abrir la boca, dolor de sienes, mandíbula, cabeza, cuello o mejilla, entre otros. La mejor forma de atajarlo es acudir al dentista periódicamente y seguir los tratamientos que éste diagnostique.
Anterior
Siguiente