Belleza y confianza; aliados inseparables

Belleza y confianza; aliados inseparables

Belleza y confianza; aliados inseparables

La marca Dove descubrió hace mucho que los cosméticos deben ir dirigidos a una mujer de verdad. Cuando la distancia entre nuestra imagen real y la que nos proponen como ideal resulta imposible de salvar, la publicidad sólo genera frustración. Esta marca, en su último estudio, afirma que las españolas creen que la belleza reside, sobre todo, en la felicidad y la confianza en una misma. La mujer satisfecha de sí misma no es dominable, porque sabe quién es y qué quiere. Tener en cuenta lo que la mujer piensa acerca de su cuerpo es un síntoma de salud mental en una sociedad que aún tiene tintes misóginos. Es dejar de tratar a la mujer como un objeto para considerarla un sujeto que piensa, se embellece y es dueño de sí mismo. Qué le hace a una mujer sentirse atractiva? ¿Qué es la belleza y quién marca sus cánones? ¿De dónde vienen los modelos a los que la mujer intenta parecerse para sentirse más seductora?La belleza es, según el diccionario, la propiedad de las cosas cuya contemplación produce deleite espiritual. Se trate de una obra de arte, un paisaje o una mujer, es algo que siempre provoca un placer interno. Que una mujer se sienta más o menos atractiva está en relación directa con cómo se ve frente al espejo y, sobre todo, con el equilibrio que ha conseguido entre cómo desea ser y cómo es. La sensación de bienestar que se produce cuando la mujer ha conseguido una armonía interna es la base que la conduce a sentirse bella. Esta armonía la lleva a aceptarse como es y a quererse y cuidarse con mimo y cariño. El acuerdo con su feminidad es indispensable para sentir el bienestar interno que la conduce a quererse siendo mujer.Hay factores externos, culturales y de moda, que influyen en la idea que una mujer se hace de sí misma, pero éstos siempre se combinan con otros elementos internos, que son los determinantes para que una mujer se sienta de verdad más a gusto consigo misma. Carolina se pinta las uñas con una sonrisa mientras escucha su música favorita y disfruta imaginando lo bien que se lo va a pasar en la fiesta con sus amigos. Le gusta arreglarse y combinar los colores de las uñas con el de los labios y la sombra de ojos. Y, mientras reflexiona sobre la suerte que tiene al vivir en una época donde la gama de cosméticos es amplia y la posibilidad de combinarlos, inmensa, su hermana pequeña, Celia, se acerca y le pregunta, señalando los esmaltes que tenía justo delante: ? ¿Qué color me queda mejor a mí? ? Elige el que tiene tono marrón, ése que tienes ahí al lado ?le contesta Carolina.Celia tiene 20 años, es pelirroja y con pecas. Su cara siempre le ha parecido un poco infantil como para pintarse y maquillarse, así que no sabe cómo hacerlo. Su hermana mayor es guapa y alta, parece que todo está hecho para ella, pero a Celia le cuesta utilizar cosméticos. Cuando se maquilla un poco se siente mucho más segura de sí misma, pero entonces cree que pierde su lado infantil. Siempre tiene que pedir ayuda a su hermana o a sus amigas, que eligen la ropa que le va bien y le aconsejan sobre los cosméticos que debe utilizar. Entonces se saca mucho más partido y se encuentra mas a gusto consigo misma.¿Por qué no puede hacerlo ella sola? Celia se reprocha su rostro infantil y se ve como una niña o como una adolescente. Es la pequeña de cuatro hermanos y se siente un poco prisionera de este papel. Aunque disfruta y se ve mucho mejor al arreglarse, parece que está a gusto en el papel de "pequeña", que ella asocia, de forma inconsciente, a ser la preferida de sus padres.A Celia le vendría bien reflexionar sobre por qué no puede autorizarse a ser una mujer como su hermana. Poseemos una imagen de nosotras mismas que es interna y contiene la síntesis viva de nuestras vivencias emocionales. Esa imagen recoge todas las experiencias que se han mantenido con otro y que, repetidamente, han sido vividas a través de sensaciones que han excitado partes de nuestro cuerpo, incluso antes de tener conciencia de un "yo". Es una imagen propia y personal para cada una de nosotras y está ligada a nuestra historia afectiva y sensual. En esa historia, primero pasamos por la infancia. En esa época, nuestra madre cuida de nuestro cuerpo. Ella es la primera en aplicar sobre nuestra piel talco, cremas… y todo ello acompañado de palabras y afecto, que siempre quedarán asociados a un intercambio de vivencias con el otro. Más tarde, en la adolescencia, la niña imagina cómo quiere ser cuando sea mujer, se fija en mujeres adultas que se convierten en modelos para ella, a las que admira y quiere parecerse. Están idealizadas, como en la infancia lo estuvo la madre. Se ven con los ojos del amor y de la admiración. Falta algo, que se construye con la edad, y es la generosidad y la sabiduría de aceptar a las mujeres, incluida la propia madre, tal y como son, con defectos y debilidades, con posibilidades y carencias.Sólo si queremos a una mujer así y nos comparamos con ella podremos llegar a sentir el bienestar de mirarnos en nuestro espejo interno y vivir nuestra feminidad como un don que nosotras podemos alimentar. La mujer real es la que puede disfrutar de lo que la vida le ofrece. Utilizará los cosméticos como un juego que su condición femenina le permite y podrá seducir porque primero se ha seducido a sí misma.

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