Acoso escolar

Acoso escolar

Acoso escolar

Hay una forma de maltrato que parte de las aulas especialmente dañina, el "bullying": el hostigamiento hacia una víctima habitual por parte de compañeros "abusones". Este reiterado acoso hace que 6 de cada cien escolares sufran sólo de pensar que tienen que ir a clase. Las agresiones, de tipo verbal, físico o de aislamiento social, se producen siempre lejos de la mirada de los adultos. Si no se cortan a tiempo, las consecuencias pueden ser extremas tanto para la víctima, que ve muy disminuida su autoestima, como para los agresores, que pueden acabar afianzando un rol de predelincuentes.Maltrato entre igualesSi un alumno rehúsa ir al colegio sin motivo aparente, finge, e incluso padece, todo tipo de dolencias para justificar la no asistencia a clase, acostumbra a estar en el patio solo, aburrido, triste, apático…, tal vez nos hallemos delante de la víctima de un "bully" (matón, bravucón) o de un grupo de compañeros que le hacen la vida imposible.La palabra "bullying" aglutina aquellas conductas de relación entre escolares que, de forma repetida y mantenida en el tiempo, tienen que ver con la intimidación, el aislamiento, la amenaza, los insultos… Así como el "mobbing" es un fenómeno de acoso que se circunscribe al ámbito laboral, el "bullying" se desarrolla en el contexto escolar."Unos no se dan cuenta; otros no dicen nada por miedo a las represalias de los agresores, miran para otro lado y piensan que mientras la víctima sea otra ellos no ocupan su lugar; un tercer grupo aplaude a los agresores. En definitiva, mantiene la actitud toda la clase", asegura Fuensanta Cerezo, profesora del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Murcia. Y el número de víctimas siempre es inferior al de agresores, porque éstos suelen actuar "en pandilla", aclara. Los acosados también pueden ser un grupo, pero eso sucede en muy raras ocasiones.Ciertos sesgos de violencia y casos tan extremos como el suicido del joven Jokin C. en Hondarribia (Gipuzkoa) tienen que servir como "voz de alarma" para poner en aviso a toda la comunidad educativa, opina el vicepresidente de la Confederación Española de Asociaciones de Madres y Padres de Alumno (CEAPA), Ginés Martínez.Agresión reiterada y sostenidaPero si hablamos de "bullying" hay que precisar que no podemos referirnos a episodios ocasionales, sino a agresiones persistentes en el tiempo. El doctor en Psicología por la Universidad de Valladolid José Mª Avilés, una de las personas que más ha estudiado este fenómeno en España, cifra la incidencia del acoso escolar en torno a un 6%, (5,7%, victimas; 5,9% agresores).Avilés considera que existe "bullying" cuando la víctima recuerda que los ataques sistemáticos se repiten al menos una vez a la semana durante tres meses. Este experto, orientador escolar en Secundaria y responsable de Salud de la Confederación del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de Castilla y León (STES), advierte en las conductas de acoso una serie de puntos en común:- Hay tres grupos definidos: el o los agresores/as, el o los destinatarios del acoso o víctimas, y, por último, quienes participan de los hechos aunque sólo sea como espectadores.- Las acciones negativas sobre la/s víctima/s pueden tomar formas físicas, psicológicas, sociales o verbales. Lo más común es que se combinen varias o todas estas formas.- Estas conductas se repiten de forma reiterada y su mantenimiento en el tiempo las consolida y las hace más dañinas.- Entre las víctimas y los agresores del acoso suele darse siempre un desequilibrio de poder, bien sea físico, psicológico, de status social o de otro rango, que imposibilita la defensa por parte de la víctima.- Los participantes en el acoso suelen compartir espacios relativamente "cerrados" en los que están abocados a desenvolverse y de los que difícilmente pueden salir.- Todas las conductas de acoso producen efectos de victimización muy perjudiciales a corto, medio y largo plazo en quien los sufre y también traen consecuencias negativas para el resto de quienes participan en ellas.Los efectos en las victimas son variados y dependen de gran cantidad de factores: la duración de las experiencias de maltrato, la naturaleza de las agresiones, las características personales de los alumnos que se convierten en víctimas, etc. Entre las consecuencias más comunes están: el descenso de la autoestima, el rechazo a las actividades escolares (donde se incluye el deseo de abandonar la escolarización) y la exclusión social en el grupo de iguales. En los casos más severos los efectos continúan una vez abandonada la etapa escolar, en ocasiones con cuadros clínicos como la depresión o estrés ante las relaciones interpersonales, asegura Joaquín Antonio Mora Merchán, miembro del equipo de Investigaciones Pedagógicas de la Universidad de Sevilla.Los agresores, también se sienten victimizados, posiblemente por algún tipo de tensión en casa, según Fuensanta Cerezo. Si no se les ayuda a cambiar su conducta pueden terminar afianzando un rol de predelincuentes.Quiénes, dónde, cuándo y cuántoPara Avilés, en Primaria, en torno a los 8 años, comienza a detectarse el fenómeno de extorsión, maltrato y recurrencia, y es cuando es más palpable y más visible. La incidencia ronda entre un 8 y un 14%. Los lugares donde tienen lugar los episodios de acoso varían dependiendo del curso en que se encuentren los estudiantes. Mientras que, en los niveles de educación Primaria el espacio de mayor riesgo es el patio del recreo, en Secundaria "hay más zonas oscuras" y se incrementan los índices de abusos en los pasillos y en las aulas.Las agresiones "no tienen una causalidad", pero tanto víctima como agresores responden a ciertos perfiles en cuanto a su personalidad, explica Fuensanta Cerezo. El agresor, una vez elegida la víctima, explota sus rasgos diferenciadores (las gafas, las dificultades en el habla…) pero éstos no pueden ser considerados como causa directa de la agresión ni de la condición de víctima. "Es evidente que todos los niños obesos no son víctimas", expresa Cerezo a modo de ejemplo.A juicio de Mora Merchán "los violentos eligen a sus víctimas entre aquellos que dan la impresión de poder defenderse peor de sus agresiones. Una vez que se inicia el acoso, las principales razones que llevan a mantener esta situación son la diversión del grupo y el deseo de ganar popularidad frente al resto de compañeros".Temperamento agresivo e impulsivo, deficiencias en habilidades sociales, falta de empatía y falta de sentimiento de culpa son cualidades que Avilés encuentra en los agresores, que también denotan autosuficiencia y no muestran bajo nivel de autoestima. En el ámbito social, los "abusones" son menos populares que los bien adaptados pero más que las víctimas. Su contacto con los padres suele ser inferior y normalmente están poco interesados por la escuela.En el trabajo de campo, Avilés identifica a las víctimas como débiles, inseguras, ansiosas, cautas, sensibles, tímidas y con bajos niveles de autoestima. Por lo general, los escolares acosados pasan más tiempo en casa, donde se percibe una excesiva protección, hasta el punto que el investigador considera que estas tendencias a la protección en exceso puedan ser a la vez causa y efecto del acoso. En cuanto a sus relaciones sociales, las víctimas difícilmente tienen un verdadero amigo en clase. "Son niños o niñas aislados que tienen unas redes sociales de apoyo con compañeros y profesorado muy pobres".Información, formación e implicaciónAnte un caso de "bullying", lo primero que habría que hacer es hablar con el tutor de la víctima. Bien es cierto que las agresiones se producen lejos de la mirada de los adultos y que los "bullys" niegan normalmente sus acciones, pero hay algunas señales de alarma que pueden hacen intuir el acoso a padres y profesores:- Las victimas pierden las ganas de ir al colegio e incluso tienen miedo de acudir a clase.- Van corriendo y vuelven con miedo, o tardan mucho por que se esconden en el trayecto.- Su ropa y material escolar regresan de la escuela en malas condiciones.- Acostumbran a estar en el patio solas, aburridas, tristes o apáticas.- No les gustan las fiestas ni los cumpleaños.- Su temperamento cambia, se vuelven ariscos y sufren continuos cambios de humor.Prácticamente todas las fuentes consultadas consideran que trivializar el problema, restarle importancia, pensar "que son cosas de chicos", "que eso ha ocurrido siempre"… no se presenta como la mejor opción. Aunque también hay docentes que piensan que a su colectivo se le "exige demasiado", que el ratio de 25 alumnos por aula es muy elevado, que los colegios no tienen medios, que los maestros no están preparados ni tienen mecanismos para abordar este tipo de cuestiones, o que prestar atención a estas cosas puede contribuir a "engordar el problema" y desencadenar un nuevo ataque contra la víctima a la salida de clase.El responsable del Área de Política Educativa de la Federación de Enseñanza de CC.OO, Manuel de la Cruz, afirma que "siempre se puede hacer algo; está implícito en las normas de convivencia de cada centro, en sus protocolos de organización, en sus medidas disciplinarias."."Nos encontramos ante una sociedad muy compleja, mucho más de lo que era la que nosotros vivimos o vivieron nuestro padres", entiende el vicepresidente de CEAPA, "y, en ese difícil tránsito de la niñez a la juventud, los adolescentes y los niños de edades más avanzadas se enfrentan a un descuido, no consciente, que se deriva de la nueva estructura de la familia. No tienen cerca a una persona adulta para resolver los problemas que se le están planteando. Y la televisión no ayuda precisamente".José Mª Avilés insiste en que han de promoverse programas específicos "antibullying", que no sirve cualquier mecanismo de mediación, ya que, si se utilizan, lo único que consiguen es dar una oportunidad más al agresor de "mofarse" de su victima.Factores protectoresDesde Educamobbing, un colectivo de profesores afectados por el mobbing, consideran importante intentar "cambiar toda una cultura organizacional". Consideran claves del problema "la falta de comunicación y formación en valores, una vida ajetreada en persecución de más dinero para consumir, el desconocimiento de los padres de la situación, soledad y aislamiento de los adolescentes"."Es especialmente importante establecer canales fluidos de comunicación con los alumnos, donde estos encuentren la posibilidad de poder expresar qué les sucede con confianza. Pero, al mismo tiempo, es fundamental que a la denuncia por parte del alumnado le siga una respuesta pronta y eficaz, ya que de lo contrario los escolares terminan por no decir nada al no encontrar la solución que necesitan", resume Mora Merchán.

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