La señora Burdeos

La señora Burdeos

La señora Burdeos

La región (no lejos de Burdeos) nos habla de los mejores vinos y la mejor porcelana del mundo, de buena mesa y de historia, mucha historia, que se traduce en guerras y amores, caballeros, tratados entre reyes, pactos secretos y alguna traición.Está a tiro de piedra (es un decir) de la frontera, ideal para unas pequeñas vacaciones de otoño en coche. Pero esta vez no convendría prescindir de una visita al pueblo medieval de Cognac, a la fábrica de porcelana de Limoges, o solicitar una cata para aprender a diferenciar un buen Hennessy de un Rémy Martin en la romántica sala con chimenea gigante. Es un salto al pasado entre Burdeos y Cognac con un guiño al espacio, cerca de Futuroscope.Cuentos y leyendas
El castillo de Mirambeau tiene el exterior de una fortaleza normanda, con muros y torreones de piedra. La muralla y todos los bosques que lo rodean nos hablan de cuentos y leyendas. El castillo fue construido en el siglo XI por Arthaud de Mirambel y se le conocía como Mirambellum por su singular emplazamiento y sus vistas sobre el valle, que casi llegan a las montañas y al mar. Cambió de manos y de nacionalidad y sus propietarios pasaron, junto a sus tierras, a ser vasallos de los reyes ingleses o franceses, según los tratados. Fue destruido y restaurado varias veces, y en el principio del XVI se reconstruyó con el estilo neogótico que hoy tiene, hasta que en1992 lo adquirió Roberto Polito, propietario de la cadena de hoteles Baglioni. En 2005 se asoció con la organización Relais Chateaux.Cuenta con un patio de armas y un jardín frontal. A su lado se extiende un enorme parque magnífico y salvaje, con fuentes, bosques y caminos. Tiene veinte habitaciones diferentes y de distintos tamaños, desde la más simple hasta la principal, con gran balcón sobre el parque, pero todas ellas muy cuidadas y decoradas en un estilo muy francés, con mobiliario del XVIII, grabados y cuadros de época, sin privarse de porcelanas de Limoges, con todas las delicatessen, y servicios que el gusto más sofisticado pueda pedir.Es famoso su té francés completo en el gran salón, la degustación de vinos de la región en el lounge, o una terapia relajante en su hammam, al estilo oriental. Aquí se disfrutan de pequeños lujos con un servicio muy personalizado y siempre atento, lo que es de agradecer. El hotel ofrece además un spa con gimnasio, jacuzzi, sauna y piscina interior y exterior. Cursos de cocina con el chef y de degustación con su somelier, excursiones por los alrededores en bicicleta y reservas en cualquier restaurante o espectáculo que nos apetezca.Pasar una noche en este castillo puede costar desde 230 euros en el caso de la habitación más sencilla (según temporada) hasta los 690, quien desee ocupar los aposentos de los Condes Duchatel. Un lujo para recordar.

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