Un día todo se acaba

Un día todo se acaba. La vida misma de cada uno de nosotros se acaba, llega a su fin, nadie nos escapamos de la muerte porque es parte de la vida misma.

Sin embargo, aún cuando sabemos que todo un día se acaba, jamás estamos listas, listos, listes. Porque nos gusta pensar que, sobre todo lo que más amamos, será eterno. Sino eterno pero si queremos que perdure.

Y no, nada ni mucho menos alguien es eterno. Quizá lo único que perdurará es el sentimiento genuino de amor hacia una persona. Sobre todo si esa persona es el bastión, el eje de tu vida.

La razón de mi vida

Un día todo se acaba, la vida de la razón de mi vida también concluyó. Es extremo pensar que solo una persona es la razón de mi vida, pero quizá si hay alguna persona que ocupa más o abarca más ese sentimiento de amor.

No estoy ni estaré listo para ver partir a la mujer que más amo y he amado. Porque además ni siquiera quiero estarlo.

La vida es sombría sin ella. Mas allá de la tristeza racional e incluso lógica es un dolor físico de difícil descripción pero me duelen hasta las coyunturas de los brazos.

Me duele sentir, pensar, respirar.

Es un dolor que trasciende a lo humano. No lo sé explicar. El dolor de ver a mi madre paralizada siendo que ella fue la mejor de las hijas ofreciendo y brindando siempre amor presente, amor siempre mostrado en actos de servicio y actos de amor.

El desconsuelo y la aflicción de mi hermano me angustia, me acongoja más allá de lo obvio. Su sufrimiento por algo tan desconocido es algo que comparto.

Porque nadie, ninguno estábamos ni estamos listos para saber, sentir y mucho menos vivir que un día todo se acaba.

Un día todo se acaba

Y ese sentimiento un tanto irracional de que un día todo se acaba sucedió. Lo estamos viviendo: un día todo se acabó. Un instante antes estaba mirando sus ojos, hoy ya no.

No es un dolor por no haber dado el máximo. Ni ella para nosotros ni yo para ella, ni nosotros para ella. Es una desolación inenarrable por un sentimiento nuevo, un tanto inhóspito y muy desconocido, incluso perturbador.

Un día todo se acaba. O casi todo, porque el amor además de que creció de manera superlativa es lo que verdaderamente será eterno.

El amor, la admiración y el orgullo de saberme parte de la vida de una mujer tan asombrosa, maravillosa y amorosa. Donde sus virtudes son infinitas pero la más admirable es la generosidad.

No hay una sola persona que la haya conocido y no coincida con que era, fue un ser humano generoso más allá de lo evidente, de lo inmensa que fue su nobleza y su alma tan dadivosa para bridarse y para dar.

Un día todo se acaba menos el amor
Un día todo se acaba

Un día todo se acaba menos el amor

Quizá en algún momento aprenderé a vivir sin ella. Es probable que mi vida de un giro de 180° porque seguramente es lo que ella quería para mí, también lo que esperaba de mí como hombre pero sobre todo como ser humano.

Aunque la vida como la conozco y la conocía hasta hace siete días me costará retomarla o incluso volver a tenerla porque hay vacío abrumador que demanda y embarga mi atención

Los días son lluviosos pero también son también sombríos aún cuando miro al cielo y está ella allí: viéndome, observándome, riéndose de mí por mis necedades y por lo testarudo que soy y luzco ante esta nueva realidad.

Seguro que aún cuando todo un día se acaba nuestro amor no. No el amor incondicional y lleno de complicidades como el de ella y yo.

Viejecita: te amo y te voy a amar siempre. Gracias por elegirme para llevar con completo amor el título de amor de tu vida. También eres y serás el amor de mi vida.

Vuela alto. Cada instante te amo y extraño más.

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